Peor, imposible
Isidoro YESCAS
La violencia e inseguridad que padecemos los oaxaqueños va en ascenso y ni desde el gobierno federal ni mucho menos desde el gobierno del estado o los gobiernos municipales se observa una estrategia de corto y mediano plazo para hacer frente a esta ola delictiva.
A estas alturas se ignora si la parálisis que se observa en las instituciones responsables de garantizar la seguridad pública y procurar la impartición de justicia es resultado de la insuficiencia de recursos humanos, materiales y económicos para combatir a la delincuencia; producto de la ausencia de capacitación de los cuerpos policíacos y autoridades judiciales, o sencillamente es una consecuencia natural de la negligencia y corrupción de los jefes policíacos con las bandas delincuenciales.
Lo cierto es que estamos ante una situación de emergencia en donde la violencia y la impunidad cada día le ganan terreno a las instituciones y a un estado de derecho que ya ha tiempo se volvió una entelequia en una entidad en donde las estadísticas de robos, secuestros, asesinatos, ejecuciones y extorsiones van en ascenso sin que se observen acciones eficaces y contundentes de parte de los poderes ejecutivo y judicial.
El Istmo, la Costa y la Cuenca, ya se sabe, han sido escenarios de múltiples hechos de sangre desde hace ya varios años, sin embargo, el hecho de que el modus operandi de las bandas criminales que operan en esas regiones se trasladen a los Valles Centrales es un claro síntoma de que la delincuencia, sin importar su origen o composición, está aprovechando los vacíos de poder, impunidad e ingobernabilidad que padece Oaxaca para avanzar hacia el centro e intentar tomar por asalto una plaza tan importante como la ciudad capital.
El mensaje de un cuerpo descuartizado con sendos mensajes de muerte para líderes que han controlado el Mercado de Abastos anticipa una cruenta disputa de un espacio en donde los negocios lícitos e ilícitos se confunden ante el mar de impunidad y tráficos de influencias que ahí prevalece. Y el asesinato del empresario Francisco Silva, en donde el móvil del robo domiciliario solamente escondería otras intenciones, pudiera representar otra señal ominosa para la ciudadanía, y de manera especial para la seguridad del sector comercial y empresarial de la ciudad de Oaxaca .
El error de quienes hoy (des) gobiernan nuestra entidad es asumir que la inseguridad y la violencia puede administrarse y esperar, pues los oaxaqueños y oaxaqueñas aguantamos eso y más: no protestamos ante los constantes bloqueos de calles y carreteras, tampoco en contra de la corrupción, y mucho menos en contra de autoridades omisas o venales.
Pero cuidado: la coyuntura electoral también es una oportunidad para que la ciudadanía ajuste cuentas con los malos gobiernos .
Twitter: @YescasIsidoro
Febrero 28 del 2018.