Opinión 

El comentario de hoy, jueves 6 de agosto 2020

Hace unos días, el titular de la Secretaría de las Infraestructuras y Ordenamiento Territorial Sustentable (Sinfra), dio a conocer que se ha iniciado el programa de obras para reactivar la economía del estado, ya de por sí golpeada, más aún con los efectos de la pandemia. Una de las industrias más fustigadas, y no de ahora, sino desde la administración pasada, es la construcción. Ya es sabido que, en dicho sexenio, las principales beneficiarias fueron si acaso cinco o seis empresas foráneas.

Sin embargo, ese capítulo, a diferencia de las heridas que está abriendo con un afán indiscutible de venganza el gobierno federal, yace en el olvido. Poco se recuerda en la actual administración el erario desfondado que recibió al inicio y el catálogo de adeudos. Salvo los pocos que han pagado con su libertad los errores del pasado, nada se sabe de procesos penales o resarcitorios. Los verdaderos pillos gozan de cabal salud. Han sido sencillamente intocables. Y ello constituye hasta hoy, un tema olvidado.

Las secuelas, no obstante, siguen vigentes en el imaginario colectivo oaxaqueño, como una lección de lo que no debemos permitir más. No puede quedar en la impunidad el saqueo infame del magro presupuesto estatal. Las instancias de control, evaluación y auditoría, no deben permitir más ni el conflicto de intereses ni el tráfico de influencias. ¿De dónde acá hay diputados constructores o que se les permitan como una gratuita concesión, presupuestos millonarios para que ellos los manejen a su arbitrio? Su tarea es legislar no asumir el papel de contratistas.

Se sabe que la antes boyante industria de la construcción oaxaqueña está viendo su suerte. Que hay quienes han optado por cerrar sus empresas. No hay obra. No hay recursos. Y esa situación se ha visto reflejada en el desempleo y la pobreza. Colegios de ingenieros civiles y de arquitectos han manifestado interés en participar en tareas de reconstrucción de zonas afectadas por siniestros, como en el caso del sismo del pasado 23 de junio, pero como se dice vulgarmente, nadie los pela. Ojalá que en las obras que ha emprendido el gobierno estatal se les tome en cuenta. Que ello redunde en trabajo para aquellos que sobreviven de los contratos otorgados a las empresas de la construcción y que, si bien se esperan grandes obras para los años venideros, que no se soslaye lo nuestro. La mano de obra oaxaqueña es bien valorada en otras entidades. Esperamos que en este escenario de crisis económica que estamos apenas percibiendo, haya sectores que reciban al menos un poco de alivio a su difícil situación. (JPA)

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