De paradojas y utopías 

Política y Resurrección

RAÚL NATHÁN PÉREZ

1).- ¿Una nueva clase política o sólo resurrectos?

Siempre nos habremos de preguntar, ¿hay en Oaxaca una clase política sólida y profesional, que en verdad destaque en las decisiones trascendentes de este país? ¿O sólo hay una caterva de arribistas, trapecistas, oportunistas, mediocres, come-cuando-hay, traidores a su partido cuando los tiempos no le favorecen, vueltos al redil cuando las cosas les pintan mejor, huele-plumas y otras especies de tránsfugas y acomodaticios? La respuesta parece ser, que no hay una clase política como tal. Al menos en el PRI, que no cambia; tampoco sus cuadros. Oaxaca refleja, en muchos sentidos, la política de la decadencia. Desde hace mucho nadie, absolutamente nadie, destaca a nivel nacional. Política de medio pelo. En la Cámara de Diputados, de Senadores, en otros foros, nadie ha sobresalido desde hace mucho. Por eso les rinden pleitesía a quienes de una u otra forma son fenómenos mediáticos. Fatalistas, como decía H. Balzac: “adoran el acontecimiento”.

Es motivo de sorpresa hoy, ver en el equipo de Alejandro Murat, el joven gobernador formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en Columbia University, no sólo a jóvenes que quieren echarse el mar a buches y se asumen “el proyecto político”, sino a viejos carcamanes que, cual émulos de Lázaro, murieron uno o dos sexenios, pero revivieron literalmente en éste. El extinto Don Luis González –siempre lo cito- brillante historiador michoacano, lo decía con fina ironía: “son reacios a la jubilación los del grupo de Díaz. Éste, como todo mundo sabe, se pegó a la silla presidencial hasta los ochenta años, el suegrísimo Romero Rubio, Dublán y Matías Romero se apochotaron en sus sillones ministeriales hasta que la muerte los arrancó de ellos”. (Todo es historia, Cal y Arena, 1989, p. 150). Bailaban una y otra vez, pero nunca se sentaban. Y se recrean sólo en viejas glorias que nada, absolutamente nada tienen que ver con las mutaciones vertiginosas de la modernidad.

2).- Bebesaurios y gerontocracia

Uno de los factores por los cuales se ha exacerbado el problema magisterial es porque quienes conocen los entresijos del mismo están fuera, desde el insufrible sexenio pasado. Fueron echados. Mientras la luna de miel entre el Cártel-22 y Gabino Cué tardó, todo fue apologías y halagos mutuos. Sin embargo, el problema sigue de manera exacerbada, con titiriteros moviendo los hilos en la oscuridad. No han faltado los oficiosos que todo saben o los jóvenes hechos políticamente en horno de microondas, que asumen resolverlo todo en un tris. El titular del IEEPO, Germán Cervantes, no ha podido conocer a fondo los grupos, las ligas, los intereses de cada uno. Ese tema es muy viejo. Hay ligas con la guerrilla y con el narcotráfico. Pero menos lo sabe, ese operador de negocios que es Gilberto Gamboa, rescoldo de aquellos lodos. El costo de la novatada ha sido demasiado oneroso para AMH, quien, se presume, es un joven político de buena fe que sí quiere hacer su chamba, aunque erróneamente piense que, a quien hay que informarle es al país y no a los oaxaqueños. Craso error.

Una cita un tanto extensa: “México cuenta con una importante tradición histórico-política de regionalismo que revela que la experiencia política local también fue una variable importante al inicio de las carreras de políticos ambiciosos… El viejo dilema pues entre regionalismo y centralismo”. La tesis es que toda política es local. Quien la hace aquí no tiene mayor obstáculo para hacerla a nivel central. (RodericAi Camp, Metamorfosis del liderazgo en el México democrático, FCE, México, 2012, p. 31). Esa idea, errónea lamentablemente, sigue permeando de manera torpe en nuestra joven –y vieja- camada política local. Ya vienen los tiempos difíciles. Lo que hemos visto hasta hoy sólo son los preámbulos, de quienes son capaces de hundir a Oaxaca, por tal de conservar sus privilegios. Al tiempo.

 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— “¿En qué consiste el buen periodismo?”, es el título del artículo de Timothy GartonAsh, que publica Letras Libres, abril 2017, Año XIX. “La primera obligación del periodismo es con la verdad” y es, ni más ni menos –dice- el primero de los elementos enumerados por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. Hace una disección entre periodistas, blogueros y tuiteros. Pero hay un periodismo deleznable hecho por periodistas deleznables. Aun así se llaman periodistas. “¿Hay otro trabajo en el mundo –subraya- cuya descripción cubra semejante gama de actividades, desde las delictivas hasta las heroicas”. (p. 10). Muy recomendable para quienes ejercemos el oficio.

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