Opinión 

Mismo destino, distinta trayectoria

Isidoro YESCAS

Pretender colocar a Eviel Pérez Magaña en el mismo sitio nacional que en su momento se ganaron los oaxaqueños Norberto Aguirre Palancares, Victor Bravo Ahuja y Diódoro Carrasco Altamirano, todos hombres del viejo sistema político mexicano resulta un despropósito por varias razones.

En primer lugar porque en los tres primeros casos su ascenso al gabinete presidencial tuvo su origen en el reconocimiento a sus capacidades profesionales y habilidades político-administrativas. Y en segundo lugar, porque en los tres casos no escalaron  como emergentes, o para cubrir vacíos burocráticos y manejar los recursos públicos con fines electorales, como ahora podría ocurrir con Pérez Magaña al frente de la SEDESOL.

Ingeniero Agrónomo y experto en materia agraria, Aguirre Palancares arribó en 1964 a la jefatura de la Dirección de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC), antecedente de la SRA, después de ocupar importantes puestos en el ramo agrario en la administración pública federal. Fue también diputado local y federal por Oaxaca y aspirante a la gubernatura de la entidad. De sus amplios conocimientos en materia agraria dieron cuentas sus ensayos y artículos periodísticos que, además, le permitieron fungir como asesor de  los presidentes de Argentina y Chile, Juan Domingo Perón y Salvador Allende, respectivamente.

En la misma década de los sesentas, otro ingeniero (mecánico y eléctrico) con una brillante trayectoria académica y administrativa llegó a la gubernatura de Oaxaca y de ahí fue invitado por el presidente Luis Echeverría para asumir la titularidad de la Secretaría de Educación Pública. Originario de Tuxtepec, Victor Bravo Ahuja fue rector del Instituto  Tecnológico de Monterrey y Subsecretario de Enseñanza Técnica de la SEP, entre otros cargos. Se destacó por su impulso a la educación tecnológica a nivel nacional y, de manera particular, en el estado de Oaxaca.

Tanto Aguirre Palancares como Bravo Ahuja podrían considerarse como intelectuales orgánicos del viejo sistema político mexicano por sus aportaciones e impulsos al agrarismo, uno, y el otro a la educación pública tecnológica.

No ha sido el caso de Diódoro Carrasco Altamirano que, sin embargo, también combinó las actividades técnico-académicas a su paso por la administración pública estatal y federal y en los cargos de elección popular. Economista egresado del ITAM tuvo un especial interés por impulsar y fortalecer la planeación administrativa en el gobierno del estado, primero como cercano funcionario del gobierno de Heladio Ramírez López y luego como gobernador. Fue diputado federal y senador y al dejar la gubernatura en 1998 se incorporó al gabinete federal, primero como Subsecretario y luego como Secretario de Gobernación.

Aún cuando durante la campaña electoral del 2010 el entonces candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca, Eviel Pérez Magaña, nunca aclaró si el título de Arquitecto que ostentaba públicamente era auténtico o falso, que sobre esto último se comentó ampliamente en ese año, lo cierto es que ahora en Wikipedia aparece que estudió en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey en donde obtuvo el grado de licenciado en Administración.

Pero eso es peccata minuta pues, a diferencia de los tiempos de Aguirre Palancares o Bravo Ahuja, ahora tal parece que ni los grados o postgrados académicos, ni la honorabilidad o la experiencia política y administrativa son determinantes para el desempeño de algún cargo público a nivel federal o estatal. Por eso mismo comparar a estos y otros  políticos (la gran mayoría del PRI) que ocuparon cargos de primer nivel en el gobierno federal con la trayectoria de Eviel Pérez Magaña es, insisto, un despropósito.

Presidente Municipal de su natal Tuxtepec y de ahí diputado federal, senador y candidato perdedor a la gubernatura. Vuelve a la pelea con la misma aspiración en el 2016, pero en la pugna entre los exgobernadores Ulises Ruiz (su principal socio y promotor político y el secreto de su enorme fortuna económica) y José Murat, queda fuera de la mirada del Gran Elector. En recompensa, EPN lo recomienda con el Secretario de la SEDESOL, José Antonio Meade, para ocupar el cargo de Subsecretario de Desarrrollo Social.

Experto en las malas artes electorales y con una trayectoria administrativa abundante en claroscuros, buena parte de la cual  lo documenta la revista Proceso en su edición de esta semana,  Eviel Pérez Magaña dió ahora un salto inesperado al ser designado Secretario de Desarrollo Social, un cargo altamente estratégico no solamente por los recursos económicos que dicha Secretaría administra sino por el manejo de los programas sociales federales, que podrían ser canalizados  para favorecer a los candidatos del PRI y, en forma preponderante, a la precampaña y campaña del candidato presidencial.

En el último tramo del peñismo, y con las preferencias electorales adversas en lo que hace a la disputa por la Presidencia, la prioridad del titular emergente de la SEDESOL no será, entonces, combatir la pobreza, sino operar los programas sociales destinadas para este fin con propósitos clientelares.

Y esa chamba sí que la sabe hacer muy bien Eviel Pérez Magaña quien, por supuesto, “sacrificó” su aspiración por una senaduría por un cargo de 10 meses, pero con la mirada ya puesta en el gabinete federal… siempre y cuando José Antonio Meade gane la elección presidencial.

Twiiter: @YescasIsidoro

Enero 15 del 2018.

 

 

 

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