De paradojas y utopías 

Los saldos del desastre

DE PARADOJAS Y UTOPÍAS

Los saldos del desastre

Raúl Nathan Pérez

1).- 2017: Un año fatídico

Oaxaca ha tenido a lo largo de su historia un sino singular: no sólo ha soportado malos gobiernos y saqueo; autoritarismo y simulación -el erario público ha sido visto como botín de locales y fuereños-, sino además, la tragedia ha tenido carta de naturalización. El 2017 fue un año ad hoc. Sequía, inundaciones, sismos y hasta heladas. Pero además, un inicio de gestión gubernamental inédito: el presupuesto público vacío; las ratas del pasado a salto de mata; la aprehensión de acusados de corrupción; mala integración de las carpetas; justicia y gracia para algunos; la ley a secas para otros. Más aún: la novatez de un equipo de gobierno, en donde la arrogancia de algunos de sus miembros contrasta con su mediocridad, en comunión con viejos lagartones, doctorados en mañas. Yupies y yopes; amateurs y cobijas muy meadas, vieron el sismo de 8.2 grados, que devastó Juchitán de Zaragoza y decenas de pueblos istmeños, bien para el placeo institucional; el muestreo político o veta para sacarle brillo. La selfie, el espíritu salvador, asumirse benefactor, fue el plus de ingenuos y novatos con coartada profesional –F. Savater, dixit-.

2).- Nos llovió sobre mojado

Este siniestro y los subsecuentes: 23 de septiembre y miles de réplicas más, crearon un escenario de desolación, sin reparar en las afectaciones en otras regiones, la Mixe, por ejemplo. El sismo del 19 de septiembre se volcó sobre la Mixteca. La cereza en el pastel: un siniestro de 7.2 grados, con epicentro en Pinotepa, habría de traer consigo una mezcla de torpeza y desgracia: Catorce personas perdieron la vida, cuando un helicóptero Black Hawk, de la Fuerza Aérea Mexicana, se precipitó a tierra en Jamiltepec. Las víctimas buscaban un lugar seguro para salvarse. Y fue fatal. La celeridad -¿o la imprudencia?- mataron más que el efecto del sismo. Una herida que yace abierta en la población costeña y cuyos efectos se han minimizado. Las huellas profundas de la devastación; casas y edificios derruidos; miles de oaxaqueños sin hogar, siguen lacerando particularmente en el Istmo. En el primer aniversario las muestras de indignación fueron evidentes. En efecto, Oaxaca está de pie, pero hay molestia, frustración y enojo.

3).- Opacidad y pillaje

En el acertijo de actuar como lo exige el momento y la duda, “el hombre imprime a todos sus actos el carácter de la inconsciencia y la debilidad. Aquí abajo, no hay nada más completo que la desgracia” –dijo H. Balzac-. (La piel de zapa, Sopena, Barcelona, 1977, p. 221). En efecto, la ayuda y el apoyo a los damnificados ha estado plagado de opacidad. El gobierno federal en bruto se desplazó a la zona de desastre. Los miembros del gabinete de Alejandro Murat, iban, venían y rebotaban –como flatulencia en bacinica-. Confusión, enredos, disputa de competencias. Sociedad civil, organismos de socorro, grupos empresariales, universidades e instituciones y las Fuerzas Armadas, sin duda, fueron un eje de apoyo indiscutible. En el entorno, una parvada de buitres tratando de aprovechar la tragedia. Constructoras que le entraton al diezmo, favoritismo en contratos, trabajos a medias, censos amañados, funcionarios beneficiados, apoyos bancarios clonados, etc. Lo peor, ninguna investigación para castigar a los responsables. La opacidad y la discrecionalidad –como el préstamo de 1 mil 200 millones que, pago por evento, aprobó el Congreso local- fueron el complemento fatal de la devastación. Menos claridad en la aplicación de los recursos del FONDEN.

4.- El engaño y la simulación

EPN hizo responsable del apoyo federal a Rosario Robles, titular de la SEDATU. La actriz principal de “La estafa maestra”. Ixtaltepec y Juchitán parecían eriales luego de un bombardeo. Para nuestra mayor desgracia, a partir del sismo del 19 de septiembre –a raíz de otro sismo- la ayuda se dispersó y como siempre, quedamos de nueva cuenta a la deriva. Hoy en día los damnificados siguen esperando las bondades del poder público. Que les cumplan lo prometido. La normalidad no ha vuelto y sin duda no volverá, hasta que se restaure el patrimonio de aquellos que perdieron todo. Sin ficciones, sin demagogia.

 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

Ante una política mexicana, que algunos críticos han definido como “rastacuero”, sinónimo de vividores, falta de ética y otros, con la mayoría de MORENA en el Congreso o sin ella, el pueblo mexicano sigue como testigo silencioso de las peores bajezas. El affaire Manuel Velasco-Ricardo Monreal, así lo demuestra. Y el de Zacatecas aún justificó sus marranadas.

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