Opinión 

Inelandia

Isidoro YESCAS

En un escenario nacional de alta competencia electoral y votación fragmentada, en donde quien gane la presidencia de la república en el 2018 apenas si estaría alcanzando el 30 por ciento del voto ciudadano, nada podría resultar más funesto para la democracia mexicana que los órganos electorales, a nivel nacional y en cada entidad federativa, sean omisos para garantizar la autenticidad y efectividad del sufragio.

Y lo ocurrido con los institutos electorales del Estado de México y Coahuila debe constituirse en un fuerte llamado de atención para el INE,  pues es evidente que en estos casos la autoridad electoral fue omisa para hacer respetar la legalidad  y equidad de las elecciones y  para garantizar la certeza en sus resultados, sobre todo y de manera mas contundente en el caso del estado de Coahuila.

El tiempo legal para impulsar y aprobar reformas a nivel federal prácticamente se ha agotado y, por lo tanto, las elecciones de presidente de la república, senadores y diputados federales del próximo año se tendrán que realizar con la legislación electoral nacional vigente desde el 2014.

Ello obligará a los consejeros y demás autoridades del INE  a aplicarse al cien por ciento en el ejercicio de  sus atribuciones para evitar que una elección de Estado ponga en duda su capacidad para garantizar la autenticidad y efectividad del voto ciudadano; pero, al mismo tiempo, deberán ser mas escrupulosos y proactivos con los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES) pues en buena parte del país en el 2018 habrá concurrencia de elecciones locales con las federales.

El sistema híbrido que hace compartir responsabilidades y atribuciones tanto al INE como a los OPLES  en las elecciones locales no ha resultado la mejor fórmula para asegurar procesos más confiables, imparciales y transparentes, ni ha sido ejemplo de eficacia en las tareas de capacitación electoral y coordinación institucional.

Y sobre esto último no hay que ir muy lejos: Oaxaca tuvo elecciones de gobernador, diputados locales y concejales en junio del 2016 y a un año de distancia es la hora que el IEEPCO no ha publicado la memoria electoral de dicho proceso y tampoco ha explicado sobre la causa o las causas de dicha omisión. ¿No cuadraron los datos del PREP con los resultados definitivos? ¿Hicieron mal su trabajo los directores ejecutivos a los que, por cierto, ya los reacomodaron en otras áreas?

Nada se compara, sin embargo, con las irregularidades toleradas y/o auspiciadas por los consejeros electorales del Instituto  Electoral del Estado de México (IEEM) y el Instituto Electoral de Coahuila (IEC)  en donde el INE debió ejercer su atribución de atraer ambas elecciones y no lo hizo. Y, hasta la fecha, tampoco ha procedido a expresar extrañamiento alguno a los consejeros locales  y mucho menos se prevee que pudieran removerlos.

Así las cosas, y ante esta marcada regresión política, lo que se advierte a mediano plazo es un escenario de mayor crispación social y descomposición  política, órganos electorales reducidos en su autonomía e independencia y cooptados por los gobiernos federal y estatales, y partidos de oposición confrontados y con dirigencias con escasa voluntad política y visión de Estado para apostarle a transformar el país pensando en la sociedad.

Twiiter: YescasIsidoro

Junio 15 del 2017.

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