Opinión 

Forajidos y simuladores.

Isidoro Yescas

Cada vez más Oaxaca  adquiere las características de una entidad sojuzgada  y rehén de todo tipo de transgresores de la ley y en donde ni los gobiernos estatal y municipales, pero tampoco los poderes legislativo y judicial asumen las responsabilidades que les corresponden.

De facto, los tres poderes han renunciado a hacer valer el estado de derecho y actuar en defensa de una sociedad amenazada y agraviada, ya por la delincuencia común o la organizada, ya por organismos clientelares de diversos colores y lealtades políticas.

La tibia e ineficaz  reacción del poder ejecutivo y sus instituciones de seguridad y procuración de justicia  ante la embestida criminal que hoy padecen los habitantes de las regiones del  Istmo, la Cuenca, la Costa y los Valles Centrales solo tiene parangón con el autismo político y la irresponsabilidad que caracterizó a quienes desgobernaron Oaxaca en el pasado sexenio . Y sin embargo, haciendo cuentas, al parecer  el regreso del PRI  está resultando todavía  más nocivo  para la sociedad que el gabinismo  pues  en los primeros quince meses  de un errático ejercicio del poder no solamente ha crecido la deuda pública y persiste la corrupción, impunidad  y simulación institucional,  sino que la creciente inseguridad  pública y violencia delincuencial, sumado a la escasa atención prestada  a la conflictividad social y movilizaciones de organismos clientelares, se está convirtiendo en una amenaza para la gobernabilidad del estado.

Mientras el Secretario Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública , Manuel Vera Salinas ( el verdadero poder tras del trono en materia de seguridad) prefiere guardar sepulcral silencio frente a la ola de ejecuciones y asesinatos que diariamente se registran en la entidad, el Secretario de Seguridad Pública, Raymundo Tuñón Jaúregui,  con boletines de prensa y  entrevistas  light  intenta ocultar su ineficacia  y todavía se atreve a asegurar que “no estamos tan mal”.

Pero  lo grave de todo lo que está ocurriendo en Oaxaca es que  el propio gobernador Alejandro Murat  tampoco observa ni registra  en su agenda de riesgos a una entidad insegura y violenta; al contrario, desde su punto de vista  Oaxaca “es un estado de paz” pero que “lamentablemente ha habido dos o tres incidentes que ya se investigan””(Noticias, 3-III-2018).

¿Dos o tres incidentes? : ¿Y las decenas de ejecuciones? Y la creciente ola de homicidios dolosos? ¿ Y los feminicidios que van a la alza? ¿Y los robos domiciliarios y asaltos callejeros que a diario se registran?  ¿Y los  cientos de carpetas de investigación que duermen el sueño de los justos en los archivos de la Fiscalía General?

Es cierto que la inseguridad y violencia criminal que hoy padecemos no es exclusivo de Oaxaca pero, como en varias ocasiones lo expresara el exSecretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, los gobiernos de los estados y los gobiernos municipales también  están obligados por ley a procurar la seguridad de sus representados.

Y esas obligaciones y responsabilidades son las que no se observan ni con el gobierno del estado ni con los gobiernos municipales.

Ambos niveles de gobierno han sido omisos o negligentes para emprender acciones eficaces de prevención y persecución de delitos; nada ha cambiado en la Fiscalía General, con respecto a pasados gobiernos, en lo que hace a la agilización de las investigaciones y el ejercicio pronto y expedito de las acciones penales correspondientes; y las viejas y nuevas complicidades de los altos jefes policíacos con las bandas delincuenciales suelen traducirse en mayores agravios al patrimonio y seguridad de los oaxaqueños.

Ocupados como están en sus reacomodos político-electorales y disputas palaciegas, tampoco los partidos políticos y los legisladores  locales, salvo contadas excepciones, han alzado la voz para recordarle al jefe del poder ejecutivo que sin seguridad pública y gobernabilidad las inversiones que ahora promueve en las regiones del Istmo y la Cuenca  pueden quedarse solamente como un apunte más en su agenda desarrollista,  mientras los grupos delincuenciales se disputan a sangre y fuego las regiones de Oaxaca.

Marzo 7 del 2018.

Twitter: @YescasIsidoro

 

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