EL COMENTARIO DE HOY noviembre 12 de 2015

 

En muchos aspectos el gobierno de la alternancia ha vivido entre la ficción y la realidad. Al inicio del régimen y para pagar la factura al magisterio beligerante de la Sección 22, el ejecutivo estatal creó la Fiscalía Especial para Delitos del Pasado, cuya misión era –según los mensajes oficiales- investigar todo lo ocurrido en el conflicto del 2006 y el 2007, para castigar a los presuntos responsables. La Fiscalía, de vida efímera, no iba a descubrir el hilo negro de ese pasaje turbio, cuya principal víctima fue el pueblo oaxaqueño. Por fortuna, la citada Fiscalía fue sólo un membrete que se difuminó en la misma forma en la que se estableció.

La dirigencia de la Sección 22 siguió insistiendo en sus desgastadas demandas, en el castigo al ex gobernador Ulises Ruiz. Una forma sui generis de admitir su frustración, pues todos recordamos que la demanda principal en el 2006 fue la caída del Tirano. Ruiz se mantuvo en el cargo hasta el último minuto del 30 de noviembre de 2010. Y el movimiento –salvo lo que digan los nostálgicos y soñadores- fue un fracaso. Fue entonces cuando el ejecutivo cayó en las redes de la presión del magisterio y se envió el decreto de creación de la Comisión de la Verdad. La pregunta es: ¿qué verdad han pretendido descubrir sus miembros, cuando para los oaxaqueños se trata de un capítulo que nadie quiere recordar?

Si bien es cierto que las heridas siguen abiertas, sólo a algunos oportunistas, asumiéndose víctimas o familiares, les interesa que sigan escarbando; que se siga hurgando en el pasado, muchos oaxaqueños sólo quieren ver hacia adelante. Las llamadas comisiones de la verdad, todos los sabemos, han sido un fiasco. Nunca llegan a nada, porque tampoco tienen facultades de castigar o indiciar a nadie. Lo grave es que un organismo ciertamente suntuario, rescoldo ideológico de algunos y remanente de la frustración del magisterio, es también oneroso.

El pueblo oaxaqueño ha visto en los últimos tiempos a un magisterio de cuerpo entero. Ha padecido sus excesos, sus atropellos y posturas enfermas, como la instrumentación del sabotaje de la gasolina. ¿Alguien, que no tenga algún vínculo familiar o afectivo con los maestros, les otorgará el certificado de víctimas en 2006 y 2007, para que la famosa Comisión de la Verdad, justifique su razón de ser? Este gobierno se encamina ya al ocaso. Estamos a poco más de un año para que termine. ¿Cuáles serán los avances de la citada Comisión, hoy puesta en la mira de la crítica por un grupo de valientes reporteros gráficos, cuya buena fe pudo haber sido sorprendida?