Opinión 

El comentario de hoy, martes 8 de septiembre 2020

En los últimos meses, la capital y el área conurbada han padecido un episodio brutal de racionamiento de agua potable. Lo paradójico es que no estamos en temporada de estiaje sino de tormentas y depresiones tropicales, es decir, de lluvias intensas. Es evidente que, de los proyectos de obra pública que se prevén para llevarse a cabo en la actual administración, el suministro del vital líquido parece seguir estando a la zaga.

Uno de los clásicos argumentos de las autoridades para justificar la falta de suministro, es el agotamiento de los mantos freáticos, de los pozos que han sido perforados para tal propósito o del escaso flujo hídrico de los manantiales que tradicionalmente han surtido de agua a la capital, como es el caso del de San Agustín, Etla. O es el mal estado del sistema de alcantarillado que, según informes recientes, ha colapsado parcialmente. O son las eternas reparaciones preventivas, que hoy se arreglan y mañana vuelven a lo mismo.

Desde hace al menos tres décadas se han difundido proyectos y proyectos para asegurar el abastecimiento del líquido. Unos, que aseguran que traer agua de la Sierra Juárez podría ser viable. Otros, que de alguna Cuenca Hidrológica de la Mixteca. El último proyecto que pretendía asegurar el suministro por al menos cincuenta años, desde el paraje denominado “Paso Ancho”, ubicado en zona limítrofe entre Sola de Vega y San Vicente Coatlán, fue cancelado. Esa zona es, además, una tierra de nadie.

Millones y millones fueron invertidos para estudios, construir parte de la presa y aprovechar los escurrimientos de agua que hay en esa región. La idea era traer el agua a la capital, por un acueducto de al menos 85 kilómetros. Sin embargo, el dinero invertido se fue a la basura. Dicho proyecto fue desechado. A casi diez años de ello, seguimos en las mismas y peor. Colonias populares o de mediana o alta plusvalía, quedan sin el vital líquido durante semanas o meses, en la misma capital. No están errados aquellos ciudadanos que, preocupados se preguntan: si ello se da en temporadas que no son de sequía, ¿qué podremos esperar para los meses de abril o mayo? Lo paradójico es que, en la contingencia sanitaria que vivimos hoy en día, una de las medidas que han instruido las autoridades de Salud para evitar contagios es, lavarse constantemente las manos. La pregunta es: ¿con qué agua? Ojalá que los organismos responsables cumplan con su papel o al menos, den una satisfacción a la ciudadanía afectada con este racionamiento que, para muchos, es atípico y sólo fomenta los negocios particulares, es decir, la entrega del agua en pipas. (JPA)

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