Opinión 

El comentario de hoy, martes 7 de enero 2020

Arturo Morales de Paz, de 33 años de edad, fue un caso emblemático de jóvenes talentosos que buscaron fuera del país, mejores oportunidades de desarrollo profesional. Primero en México, en la empresa aeronáutica Bombardier y después en Canadá, en Airbus. Era ingeniero en aeronáutica, originario de Miahuatlán de Porfirio Díaz, en donde rindió tributo a la madre tierra el pasado 2 de enero, en un nutrido cortejo fúnebre.

Arturo fue asesinado en Quebec, desde mediados de diciembre. Su cuerpo inerte fue traído a nuestra tierra natal, dos semanas después, pero además, luego de pasar un calvario de trámites, que contribuyó acrecentar el dolor para sus familiares. Las partes oficiales, consulado e Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante, hicieron su parte, aunque de manera casi simbólica y de gestiones. La mayor, fue gracias a la generosidad de amigos y familiares, que cooperaron para financiar el traslado.

No lo conocí personalmente. Pero sí a sus familiares. Hay afecto lejano, desde mis años de infancia. Ello no obsta para compartir la indignación y el coraje, por la forma tan ruin y cobarde en que fue asesinado. Pero también orgullo, pues pese a su trágica muerte, fue ejemplo a seguir para muchos jóvenes con grandes deseos de superarse; de laborar allende nuestras fronteras, en algo más que labores del campo y otros servicios –que también son trabajos dignos- sino en puestos directivos de empresas de nivel mundial.

En lo personal exijo que su muerte no quede impune y que, a través de los canales diplomáticos existentes de cooperación entre México y Canadá, tengamos noticias prontas de la aprehensión y consignación de los criminales. No quisiera imaginar siquiera que en un país como Canadá haya actitudes de xenofobia y racismo. Debemos por tanto, exigir a las autoridades el esclarecimiento de estos hechos y un rotundo no a la impunidad.

Por otra parte, es necesario que las autoridades competentes refuercen los mecanismos de repatriación en casos como el de Arturo. Las misiones diplomáticas y consulares deben contar con recursos para casos como el que comentamos. Ser fieles salvaguardas de los mexicanos en el exterior e instrumentos para proteger sus derechos humanos y su integridad.

De la misma manera el Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante, que al menos en 2019 repatrió cuerpos de más de una centena de paisanos nuestros que ya no pudieron volver con vida al terruño, debe contar con más recursos para una tarea tan penosa y delicada. Realizar algo más que trámites y gestiones. Aunque tardíamente, mi solidaridad con las familias Morales Ramos y Morales de Paz. (JPA)

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