Opinión 

El comentario de hoy, martes 30 de abril, 2019

El arribo de la Guardia Nacional a Oaxaca, como ha anunciado el gobierno del Estado, se advierte en ciertas regiones, como un alivio al alto índice de criminalidad, como Tuxtepec, por ejemplo. Sin embargo, tenemos que reconocerlo, la inseguridad en Oaxaca y en el país, no se resolverá de un plumazo. Debe ser un proceso en el que los tres órdenes de gobierno, cumplan con lo que a cada uno le corresponde.

La Guardia Nacional, en una opinión estrictamente personal, no será la panacea que cure los males que se han incubado desde hace décadas y que hoy han contaminado todo. Es tanto como decir, que la pasada visita del presidente de México y el anuncio del proyecto transístmico, aliviará la pobreza y la marginación en la que viven algunos grupos zapotecos, huaves y zoques, que habitan la zona.

El primer factor para una estrategia de seguridad confiable y exitosa, de la que urge Oaxaca, es que las autoridades reconozcan que el problema existe. Absolutamente nada se gana con insistir en que vivimos en una entidad segura, cuando los medios de comunicación y las redes sociales nos sorprenden cada día, con información sobre hechos criminales, en verdad preocupantes. Ya no es sólo Tuxtepec, Juchitán o la Costa, sino la misma capital y el área conurbada.

Tampoco es ético para un gobierno echarle la culpa al de atrás. Se presume que el voto popular se inclinó para favorecer a determinados candidatos, justamente porque ya no confió en el estatus quo anterior. Lo cierto es que la estadística de crímenes dolosos tanto en el país como en Oaxaca, ha ido en ascenso. Y la sociedad, el pueblo, ya no cree que todo sea culpa del de atrás, sino de la inoperancia y pasividad del que está en el cargo.

Se habla por ejemplo de que la entidad ha crecido en un 4.8 por ciento y que se registra un crecimiento industrial superior al 11 por ciento, incluso por arriba de Nuevo León y Jalisco. Pero los diversos sectores sociales, incluso los círculos empresariales y del comercio, no perciben dicho crecimiento, pues siguen a marchas forzadas tratando de sobrevivir. Se habla asimismo de nuevas inversiones, que nadie percibe por ningún lado.

Expectativas como éstas requieren de condiciones de seguridad, gobernabilidad y paz social. Ninguna empresa puede germinar y desarrollarse si el entorno está contaminado por la delincuencia o por una permanente protesta social, que usa como ariete el bloqueo carretero, a oficinas o a vialidades. Mientras ello siga poniendo las pautas en Oaxaca, podrá haber muchos proyectos gubernamentales o privados de gran envergadura, pero estarán destinados al fracaso. (JPA)

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