Opinión 

El comentario de hoy, martes 28 de agosto, 2018

La Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca –la UABJO- nuestra Alma Mater; la Máxima Casa de Estudios de los oaxaqueños, heredera de aquel legendario Instituto de Ciencias y Artes del Estado, sigue estando bajo el acoso de grupos y organizaciones; de porros, sindicatos y de poderes fácticos, que operan con impunidad insultante.

Ya es común ver paralizadas las actividades en la institución por una u otra circunstancia o tomada la rectoría. Hoy por militantes de tal o cual sindicato; de tal o cual organización y hasta de supuestos rechazados, a quienes de manera ilegal y contra derecho, les ofrecieron un espacio, sin haber presentado el examen de admisión o tal vez, a cambio de dinero.

La toma de instituciones o edificios escolares; el desalojo de catedráticos y alumnos; las balaceras orquestadas o incendio de unidades, se han vuelto parte del escenario violento, que nos remite a los años setenta. Las instituciones han cambiado. Han optado por aprovechar el pobre o generoso subsidio que le otorga el Estado para fomentar la docencia y la investigación. Pero aquí no. La actual administración está bajo acoso permanente de dichos grupos.

Las autoridades de la UABJO al igual que una decena de universidades públicas en el país, han tocado puertas ante la Secretaría de Educación Pública, para exigir un mayor presupuesto; han buscado la interlocución de los legisladores federales y locales para hacerse escuchar. Poco han logrado. Y es que como aves de rapiña las acosan los sindicatos, para exigir nuevas plazas, aumentos salariales, pago de laudos y jubilaciones. Y así, ningún recurso alcanza.

Nuestra antes gloriosa universidad, no obstante los buenos propósitos de recuperar su identidad de formación profesional, ha sido vista como botín. Hay ahí especímenes que tienen más de cuarenta años perviviendo como parásitos del presupuesto universitario. Familias completas siguen lucrando del magro erario destinado a nuestra Alma Mater y ante cualquier amenaza a sus intereses, mueven cuanto pueden para desestabilizarla.

No obstante la cacareada autonomía universitaria, el Estado no debe ser ajeno a lo que ocurre en los campus universitarios. La educación superior en instituciones oficiales, no deben ser tampoco motivo de discriminación. Ahí se forjan las generaciones del futuro. Y también en las escuelas públicas, para aquellos que no tuvimos o tuvieron los recursos para hacerlo en instituciones privadas, porque el talento y la inteligencia permea en todas partes. Hay que buscar soluciones pues para los problemas de la UABJO que, pese a todo, es la universidad de los oaxaqueños. (JPA)

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