Opinión 

El comentario de hoy, martes 27 de abril 2021

Esta es la tercera semana que los citadinos, habitantes de poblaciones de los Valles Centrales y viajeros, hemos estado bajo asedio de un grupo de pseudo-normalistas, que han creado un escenario de ingobernabilidad y ataques a la paz social. La pregunta que muchos nos hemos hecho es: ¿quiénes son? ¿A qué intereses obedecen o qué consignas siguen? Me queda claro que no se trata de un movimiento genuino, de demandas o exigencias justas, sino de acciones de provocación manipuladas con un perverso afán de ganancia política.

En una columna periodística de gran tradición en los medios oaxaqueños, se develó la naturaleza exacta, en la que se inscriben los atropellos y abusos de estos vándalos. Nada, absolutamente nada tienen que ver con demandas estudiantiles. El objetivo es crear un ambiente de crispación social que incube la violencia, de la cual se asuman las víctimas perpetuas. Es reeditar el 2006 o el affaire Ayotzinapa, para que los padres, que nunca tuvieron la entereza de saber qué hacen sus hijos, recorran el país reclamando justicia.

Es una lástima que jóvenes enjundiosos y rebeldes -recordemos que a los 17 o 18 años, todos nos sentimos revolucionarios- sean cooptados como viles mercenarios; como golpeadores del pueblo; como punta de lanza de intereses político-partidistas, que los ubican como carne de cañón. Hay que conmiserarse por ellos. Hace días, una dama les espetó en la cara: “Ya pónganse a estudiar”, a lo que las acémilas, ni siquiera rebuzanron. No hay conciencia, ni pertenencia de clase. Hacen y deshacen por la paga.

Su falso radicalismo revela una ingenuidad patética, mientras sus titiriteros, desde la oscuridad o el anonimato, mueven los hilos y los ubican como vulgares marionetas. El pasado domingo cerraron el crucero del Aeropuerto. Antes, lo fueron centros comerciales, oficinas públicas. Lo mismo robaron cheques de maestros que incendiaron y asaltaron camiones de mercancía, la cual regalaron, asumiéndose el moderno Robin Hood. Esto es, van de la Seca a la Meca, sin rumbo, sin idea clara, como veleta, al viento que les marcan sus manipuladores. Quisieran mostrarse ante el pueblo al que golpean como revolucionarios, progresistas, luchadores sociales, que buscan mejorar el estatus quo de la sociedad, pero ante ésta sólo devienen como ignorantes, fanáticos, convenencieros y mercenarios. Con la venia de sus patrones, buscan el aplauso del obrero, el campesino, el estudiante y el pueblo en general, sin saber que los métodos para golpear, han creado entre los diversos sectores sociales, un hartazgo justificado. Estoy convencido de que sus acciones sólo han generado repudio social. Han incubado encono y odio hacia su supuesta lucha social. (JPA)

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