Opinión 

El comentario de hoy, jueves 22 de noviembre 2018

La semana pasada, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, negó un amparo a la llamada Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec, que insistía en echar abajo la construcción del Parque Eólico del Sur en el municipio de Juchitán de Zaragoza. Con tres votos a favor y dos en contra, los ministros probaron que sí se había llevado a cabo la consulta a la comunidad de manera previa, libre e informada.

Lo anterior sienta un precedente irrebatible. La comunidad y no los grupos que dicen defender territorio y derechos indígenas, son quienes tienen la última palabra. Y es que mientras en el mundo la apuesta es por las energías limpias, en Oaxaca hay un intento perverso por obstaculizar las mismas. En los últimos años, tomar como bandera la negativa a la instalación de parques eólicos en el Istmo o la explotación minera en otras regiones, ha devenido una especie de moda. Cualquier ignorante se asume el salvador de los recursos con el ardid de que son propiedad de los pueblos originarios y, por tanto, son intocables.

Comparto los criterios de los ministros que negaron el amparo, pues es evidente que existen grupos y organizaciones que lucran con la ignorancia y la buena fe de nuestra gente. En el fondo de todo subyace el motor económico. Oaxaca es un estado con vastos recursos minerales, muchos de los cuales no son explotados debidamente y expandiendo sus beneficios a las comunidades, porque luego brincan redentores que, ante la falta de banderas para cuestionar al Estado, frenan el desarrollo.

No es mi afán defender a empresas de ninguna naturaleza, sólo ubicar en el contexto la viabilidad de la explotación racional de los recursos, siempre que ello se traduzca asimismo, en beneficios para las comunidades. En la consulta y asambleas comunitarias, sin el manipuleo del que hablamos antes, cada pueblo, cada etnia, cada grupo social habrá de tener la sabiduría para discernir la conveniencia o no, de la explotación de sus propios recursos.

Espero que este fallo de la Corte contribuya a abrirle los ojos a los Consejos de Ancianos, tatamandones y líderes natos de las comunidades indígenas. Que no permitan que otros negocien por ellos; que entes ajenos a sus comunidades sean quienes hagan circo, maroma y teatro, para forjar después, pingües negocios a costillas de los territorios comunales y los recursos naturales de los pueblos indígenas.

Un ejemplo del aprovechamiento sustentable de los recursos forestales en la Sierra Norte son los Pueblos Mancomunados. Pero hay otras comunidades en la Sierra Sur. Son las mismas comunidades, comprometidas con el medio ambiente, quienes vigilan y salvaguardan sus propios recursos, sin injerencia de demagogos y falsos redentores sociales. (JPA)

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