Opinión 

El comentario de hoy, jueves 20 de diciembre 2018

En el Siglo diecinueve, la lucha entre liberales y conservadores fue también entre federalistas y centralistas. El centralismo pernicioso ha sido causa de serios descalabros para el país. Todo se pretende manejar desde la capital de la República, incluso la imagen del poder en turno. Ahí se toman las grandes decisiones; ahí se cocina el bienestar o malestar nacional. El centralismo ha sido un agravio al Pacto Federal.

Sin embargo, tal parece que las políticas de descentralización que se pusieron en marcha hace algunos sexenios, no cumplieron a cabalidad. Aunque sólo en algunos estados del país. No es fortuito pues que Oaxaca sea para el nuevo gobierno de la República, una de las ocho entidades, en donde se habrá de aplicar la política de federalizar el sistema de salud, gracias a lo cual, el gobierno federal se hará cargo del mismo. Ocho gobernadores suscribieron la semana pasada el acuerdo.

Los Servicios de Salud en el Estado hicieron crisis en el gobierno de Gabino Cué, vulnerados por prácticas de corrupción, contratación masiva e irresponsable de trabajadores administrativos y otros. El déficit que arrastra ha llevado a la dependencia a una quiebra técnica. El titular de la citada dependencia lo dijo en su pasada comparecencia: se requieren al menos 4 mil 600 millones para superar dicha crisis financiera.

Sólo el pago de la abultadísima nómina implica cada quincena un desembolso millonario, que llegará el día en que sea imposible cubrir. Y es que la actual administración arrastra un estigma pernicioso. El argumento de que no hay dinero ha permeado durante los dos años de gestión. Pero no obstante la estricta disposición de regirse conforme a la ley, hay aún espacios discrecionales en donde se siguen cometiendo aberrantes actos de corrupción. No es fortuito que la Contraloría haya sancionado ya a cerca de mil servidores públicos.

La carencia de recursos y las malas prácticas hacen un cóctel peligroso. Más aún en dependencias como el referido Sector Salud, cuya responsabilidad es nada fácil: la salvaguarda de la vida y la salud de los oaxaqueños, que urgen de obras de infraestructura y atención; de medicinas y cobertura. Más ahora que se ha decretado la desaparición del Seguro Popular, al que acudían los más pobres en pos de ayuda.

Esperemos pues que, más allá del retroceso en materia de centralización y volver al pasado, la federalización de los Servicios de Salud contribuyan a mejorar la atención y a optimizar los recursos que la Federación habrá de disponer para tal fin. Los sectores más desprotegidos de la sociedad no pueden seguir como hasta hoy: Lejos de Dios y de la responsabilidad de las instituciones. (JPA)

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