Opinión 

El comentario de hoy, jueves 19 de abril:

La nota más relevante de la semana anterior fue, sin duda alguna, el affaire del menor Edward y el especialista que fue detenido, como presunto responsable de homicidio con responsabilidad médica. Pocas veces en Oaxaca se habían vivido momentos tan intensos de crispación social; de polarización política y soslayo de lo que se llama Estado de Derecho. El médico fue liberado el jueves pasado, para llevar su proceso en libertad y, sin duda, para la reclasificación del delito, de cuya comisión es presunto responsable.

Del hecho se hizo todo un circo mediático del que la sociedad oaxaqueña salió con más dudas que certezas. Dos prejuicios crearon el caldo de cultivo de esa crispación social y confundieron a la opinión pública, en este hecho lamentable: la supuesta penalización de la profesión médica y la realidad de que en Oaxaca el Estado de Derecho es una especie inexistente, al ser pisoteada la ley por la protesta callejera y la amenaza de paros y movilización.

En una opinión estrictamente personal, dado que no somos especialistas en derecho ni médicos, este hecho sienta un pésimo precedente: el riesgo de que de aquí para adelante, la medicina se pudiera ejercer sin responsabilidad. Los médicos y especialistas se vacunaron literalmente del proceso penal. La medicina se podrá ejercer sin temor a que, quienes incurran en errores puedan ser juzgados. La justicia, el Código Penal, nuestro sistema normativo se puede torcer o desviar, con la amenaza de paro; una marcha o una movilización de los servicios médicos.

Ésa es, lamentablemente, la lección, el legado, la enseñanza que queda en nuestro sistema normativo. Un asunto que pudo dirimirse de inmediato en los juzgados, para sostener que no hubo dolo en la muerte del menor de 3 años de edad; para revertir todo aquello que se consideró exceso de la Fiscalía General y del Ministerio Público, derivó en una escalada de declaraciones, de marchas, de victimización que hacen suponer que vivimos en los tiempos de los fueros y los privilegios y no en la modernidad de las leyes.

Ya no se puede hablar de impunidad sino de inmunidad. Que los familiares se queden con su dolor; que los órganos de justicia sean exhibidos; que se ponga en tela de juicio nuestra Constitución y que los legisladores deroguen de una vez todo aquello que en cualquier circunstancia, implique negligencia o responsabilidad médica. Es penoso, pero para un sector importante de la sociedad había que ubicar a médicos, enfermeras y maestros en un estatuto diferente. Se puede seguir jugando con la salud y la vida; montar paros y suspensión de servicios, para que haya más casos como el de Edward, que no pudo ser atendido en el Hospital Civil, precisamente porque dicho nosocomio estaba en paro. (JPA)

 

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