Opinión 

El comentario de hoy, jueves 17 de octubre 2019

Demos hoy un pequeño repaso a tres paradojas de los últimos tiempos.

1).- El mito de Oaxaca como una entidad segura, ha vuelto. Pareciera ser que aquí se hablaran dos lenguajes: el oficial, que insiste en que aquí no pasa nada y la percepción ciudadana, que observa con gran preocupación el crecimiento en las estadísticas de homicidios dolosos y diversos ilícitos. Dos puntos de vista; dos visiones encontradas de una realidad, en donde sólo se atisba una víctima: la sociedad oaxaqueña.

No hace falta ser un erudito, acucioso observador de la realidad o analista político, para percibir que ciertas regiones del estado, incluyendo los Valles Centrales, han dejado de ser, desde hace algunos años, los remansos de paz que algún día fueron. Y de ello no se puede responsabilizar al pasado. La inseguridad simplemente se ha exacerbado. No hay vuelta atrás.

2).- El camino de la gobernabilidad está lleno de abrojos. Un tema de desacuerdo entre dos segmentos de la sociedad: vecinos que se oponían al cambio de sede de la Escuela Presidente López Mateos, en Tlacolula, con los que apoyan al edil y opinan lo contrario, dio lugar a bloqueos carreteros y afectaciones a miles de automovilistas, transportistas y pasajeros.

Un asunto local se convierte en daño colectivo. ¿Qué tiene que ver el resto de la sociedad si la escuela cambia de lugar o si los opositores lograban construir ahí un centro comercial? Al final de todo lo que está en juego son intereses particulares y locales. La cuestión es: ¿por qué el gobierno estatal permite que este tipo de chantajes afecten a toda la sociedad, haciendo caso omiso de que su responsabilidad es justamente la salvaguarda de los derechos civiles?

3).- El transporte concesionado es un serio asunto de seguridad. Protestas y bloqueos carreteros mantuvieron secuestrado al Istmo de Tehuantepec, la semana anterior. La zona geográfica que está hoy en día, como una de las prioridades del gobierno federal, es rehén permanente del chantaje de grupos y organizaciones; de maestros y líderes sin escrúpulos. Los bloqueos pueden ser por una demanda colectiva, o porque no le pagaron viáticos a un empleado. O porque hace falta la reparación de una carretera o porque la escuela de tal o cual comunidad no ha sido reparada desde los sismos de 2017. O son los vecinos que se quedaron sin energía eléctrica o porque algunos alumnos no tienen maestro. La bandera es lo de menos. Así, aprovechando la impunidad y la apatía gubernamental, el transporte en las regiones está plagado de irregularidades. Circulan sin placas, sin concesiones. La pregunta es: ¿No es tiempo ya de meter orden y acabar con el pirataje, la delincuencia disfrazada de transporte y otros vicios? (JPA)

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