Opinión 

El comentario de hoy, jueves 16 de agosto, 2018

El próximo lunes inicia formalmente el ciclo escolar, 2018-2019. Es el retorno a clases con todo lo que ello conlleva: uniformes, útiles escolares, libros, etc. A nivel nacional ya se discute la abrogación de la Reforma Educativa, que ha sido la bandera principal del llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación en Oaxaca. Pero de ahí, seguramente surgirá un nuevo programa nacional. La educación que imparte el Estado no puede quedar al arbitrio de los tiempos políticos ni de las modas sexenales, menos de ocurrencias ideológicas.

Es decir, la Sección 22 ya puede ir guardando el famoso Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca –el PTEO-, que ha pretendido aplicar a trancas y barrancas. Es imposible que en un Estado federal haya planes y programas exclusivos para cada entidad. Además, en mi modesta opinión, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –la CNTE- está visto, no está en su mejor momento.

La libertad de la ex lideresa vitalicia del magisterio, Elba Esther Gordillo, no es una buena lectura para los maestros disidentes. Con todo lo que se ha ventilado en los últimos tiempos en el equipo del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, la educación pública será una prioridad. Por tanto, la evaluación será asimismo una realidad y la mejora en la calidad educativa no admite retroceso.

La pregunta es si seguirá nuestro sistema educativo estatal, a merced de paros, protestas, plantones y bloqueos. Ya no habrá a nivel central un gobierno neoliberal en contra del cual arremeter. El nuevo régimen es ad hoc al pensamiento de la disidencia magisterial enquistada en la CNTE. Habrá una política de austeridad para evitar el crecimiento de la burguesía, que a menudo ponen en el banquillo de los acusados los maestros disidentes. ¿Entonces?

En la esperanza de México está también que los maestros permanezcan en las aulas y no en la calle; que no le teman a la evaluación, con la que pueden mejorar su nivel económico y social, teniendo como garantía la seguridad laboral. Los oaxaqueños estamos hartos de suspensiones de clases, presiones y chantaje. Sus banderas de lucha están reducidas al mínimo. Y sería una deslealtad al presidente electo, querer generarle problemas, cuando fue el magisterio quien se volcó en las urnas para apoyarle.

¿Será posible pues que en breve veamos que se está escribiendo una nuevo capítulo de la historia? ¿Una disidencia magisterial responsable con la educación, con la calidad de la misma y con el futuro de las generaciones de mexicanos que están en sus manos? Es posible. Soñar no cuesta nada. (JPA)

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