Opinión 

El comentario de hoy, jueves 13 de abril

Estamos en plena Semana Mayor, uno de los períodos vacacionales que representan para los prestadores de servicios y aún para las familias que viven de la venta de diversos artículos, una fuente de esperanza para obtener los necesarios recursos para sobrevivir. En destinos de playa y balnearios naturales, aún en las riberas de afluentes y otros sitios de esparcimiento, hay quienes viven del turismo local, nacional o extranjero.

Aunque los problemas sociales han ahuyentado a los visitantes, hay que reconocer que la ciudad capital, los Valles Centrales y la Costa Oaxaqueña, siguen teniendo un poderoso imán que cautiva por igual a noteamericanos que canadienses; a europeos que japoneses. Los vemos recorriendo nuestras calles; en los sitios arqueológicos o los monumentos coloniales; en los mercados o tiendas de artesanías y museos; o simplemente, disfrutando de nuestras excepcionales playas del Pacífico mexicano.

Pero el turismo que puede ser un pivote del desarrollo económico ha devenido una industria que sobrevive de milagro. ¿A quién le agrada que le impidan el acceso al aeropuerto, a la Terminal de Autobuses de Primera Clase, en el mejor de los casos, o que lo bajen del autobús, en el peor? La protesta irracional de grupos no sólo ha golpeado la economía sino que se ha exacerbado, sobre aquellos rubros que representan hoy en día, el único medio de subsistencia para miles de oaxaqueños.

La Semana Mayor, que conlleva la celebración de ceremonias religiosas únicas en su género, como la visita a las siete casas el Jueves Santo; el pasaje de “El Encuentro”, en la iglesia de Xochimilco o Santa Cruz Xoxocotlán y la Procesión del Silencio, el Viernes Santo, son además de actos de profundo fervor religioso, un atractivo excepcional para quienes nos visitan.

Lograr una mayor afluencia de visitantes del país y el extranjero; obtener una mayor derrama económica de los mismos, implica también una mayor responsabilidad para el gobierno, respecto a otorgar seguridad y respeto al turismo. Castigar conforme a derecho cualquier acción que perjudique a los visitantes. Para quienes viven del turismo, es decir para los prestadores de servicios, conlleva el compromiso de dar la mejor atención y calidad en el servicio.

Dan envidia aquellos destinos que sólo ofrecen playas y están a reventar en temporadas vacacionales, que Oaxaca, que es un destino integral, que lo mismo ofrece playas que gastronomía o sitios históricos. Por ello, nada más despreciable que los abusos, con los que, aparte de la protesta eterna que vivimos, sirvan para matar a la gallina de los huevos de oro. (JPA)

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