Opinión 

El comentario de hoy, jueves 11 de julio, 2019:

Hay dos temas que se han convertido en la moda en los últimos tiempos: la austeridad republicana y la lucha anticorrupción. Aunque no tengan los mismos objetivos, no son excluyentes sino que pueden ser complementarias. En torno a la primera, vale la pena señalar que aquí no ha aplicado. En noviembre de 2018, un grupo de al menos siete diputados y diputadas presentaron una iniciativa a la Sexagésima Cuarta Legislatura del Estado. Dicha iniciativa reposa hasta hoy, en la congeladora.

El uso discrecional del gasto público se sigue dando, porque la bancada mayoritaria de nuestros representantes populares, pertenecientes al Movimiento de Regeneración Nacional –MORENA- no obstante que la Ley de Austeridad ya fue aprobada en el Senado de la República, está más atareada ajustando cuentas con sus adversarios políticos que en aprobar leyes que vayan al tenor de la política nacional y sean congruentes con el discurso que tanto pregonan.

En torno a la lucha anticorrupción en la que tanto se insiste en los discursos oficiales, vale la pena subrayar que luego de los golpes que se dieron en contra de algunos ex funcionarios del régimen anterior y las pifias oficiales, nada hay digno qué destacar. No se sabe ni de procesos resarcitorios ni, mucho menos, de la aplicación de la llamada Ley de Extinción de Dominio, que permite al Estado asegurar propiedades para resarcir el quebranto patrimonial ocasionado por determinado funcionario o ex funcionario.

Se dice que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos de Corrupción tiene integradas no sé cuantas carpetas, pero no hay para cuándo sean consignadas. Es decir, estamos en las mismas. Los funcionarios y titulares inician haciendo declaraciones triunfalistas para encontrarse después que no tienen ni presupuesto para operar ni siquiera los elementos necesarios para llevar a cabo las pesquisas e investigación. El mal de estos tiempos: el argumento de que no hay recursos. En ambos temas pues, en la austeridad republicana y la lucha anticorrupción estamos en pañales. Pura ficción. En Oaxaca no han pasado de ser buenas intenciones o parte del discurso institucional. Pero la realidad es otra, muy diferente. Quienes en el pasado saquearon el erario pueden estar tranquilos y vivir de esos recursos mal habidos con toda calma. Los gobernantes llegan con la espada desenvainada, pero al paso del tiempo, o se olvidan o llegaron a arreglos tras bambalinas. Y ahí quedó todo. El pueblo, como siempre, es el que paga los platos rotos. (JPA)

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