Opinión 

El comentario de hoy, jueves 7 de septiembre

Hace poco más de dos semanas, en ocasión de la presentación del Plan Estatal de Desarrollo, 2016-2022, el ejecutivo estatal hizo una advertencia a los miembros de su gabinete legal y ampliado, como lo hizo en sus primeros días de gestión: “El funcionario que no dé resultados, no tiene lugar en este gobierno y haré los ajustes que sean necesarios para avanzar en la dirección y velocidad que merece Oaxaca”.

Entre los aludidos, sólo se observaron caras largas y miradas lánguidas, al preguntarse a quién exactamente se refería el gobernador. En efecto, hay al interior del equipo de gobierno una especie de soberbia y autocomplacencia; que contrasta con poca capacidad, experiencia y vocación de servicio. Cada quien asume que el área que le fue asignada es su coto de poder personal; el de sus amigos e incondicionales; el de sus queridas o parejas sentimentales. Desde luego que hay excepciones.

Que ningún ente ajeno incursione en esos espacios de poder; que no haya miradas ajenas, que atisben en esas cofradías cerradas de complicidades y discrecionalidad. Noveles funcionarios menores que en su vida han sabido lo que es la administración pública, han instaurado esquemas autoritarios, en donde el empleado no es tal, sino un esclavo o un peón acasillado

El torpedeo interior es peor que el de afuera. Los peores enemigos del actual régimen son algunos que desde dentro prenden fuegos y luego pretenden apagarlos. La peor deslealtad para quien manda, es no cumplir con la responsabilidad asignada; es pretender sorprenderlo con mentiras o fingiendo trabajar largas jornadas, aderezadas con giras constantes y eternas francachelas.

Hay perfiles curriculares que no van de acuerdo a las tareas asignadas. Una maestra de primaria dirigiendo un centro de educación media superior refleja mal tino. No por incapacidad sino por la primacía de lo político sobre lo académico y profesional. Funcionarios que han estado sumergidos en escándalos mediáticos, están como si nada. El desconocimiento de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo permitió muchas aberraciones y asignaciones por compromiso no por capacidad.

Sin embargo, el mismo ejecutivo ha sostenido que los cambios son buenos y saludables. A poco más de nueve meses de haber iniciado esta administración sería saludable una evaluación; ponderar los méritos de quiénes han funcionado y quiénes no. Hay que ir borrando esos espacios de discrecionalidad y de opacidad. En la memoria están los hechos del pasado reciente: la corrupción, la nula transparencia y la resistencia a rendir cuentas, convirtieron al régimen anterior en el fracaso de un proyecto político, pero más aún, en una macha indeleble en la historia oaxaqueña. (JPA)

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