De paradojas y utopías 

2016: Un recuento de daños

RAÚL NATHÁN PÉREZ

1).- Un desenlace desafortunado

El 2016 inició como todos los años: con grandes expectativas y reiterados buenos deseos. Sin embargo, los últimos seis meses del gobierno anterior, confluyeron en una realidad irrebatible: Oaxaca devino un desastre. Corrupción e ingobernabilidad; anarquía e impunidad. De mayo a noviembre vivimos una especie de anomia. Un estado de desorganización social y también de saqueo. Grupos, sindicatos y organizaciones sociales se cebaron sobre la población. Y los coletazos siguen. Bloqueos diarios, coto a los derechos civiles, violencia exacerbada. Regiones como la Cuenca del Papaloapan o el Istmo, se perfilaron como las más violentas del país. Los homicidios dolosos se vieron, desde la perspectiva oficial, como un hecho vago, pero la pobreza de recursos públicos alentó la falta de responsabilidad y ésta, abrió la puerta a una mayor impunidad.

Y no hablamos al vacío: hemos vivido paso a paso esta tragedia. La ingobernabilidad y la ausencia de un Estado fuerte han mantenido a una minoría imponiendo su ley y su voluntad sobre las mayorías. Sin orden y sin Estado de Derecho, no hay desarrollo. Las inversiones se han ido. El nuevo gobierno que encabeza Alejandro Murat, inició su gestión, bogando contra corriente. Debe pues, mantenerse a flote en un mar de podredumbre que le heredaron. Estar alerta de las intrigas y los golpes bajos. Prestar oídos a la crítica razonada y sustentada. No soslayar el conocer una realidad compleja en la que apenas se va introduciendo: Oaxaca es otro boleto. Y no creer a pie juntillas que las apologías y los panegíricos son los únicos elementos de juicio. Hay que recordar aquello que W. Shakespeare dejó para la posteridad en “Julio César”: “los unicornios pueden ser vencidos con árboles, los osos con espejos, los elefantes con agujeros, los leones con redes y los hombres con aduladores”. (Tragedias, RBA Editores, Barcelona, 1994, p. 411).

2).- Revertir nuestra tragedia

Nuestro estado camina a paso de cojo. Está en los últimos estándares de desarrollo humano, salud y educación, a nivel nacional. Tenemos una gran riqueza, pero seguimos pobres y alienados; saqueados y humillados. Pero hay algo que lo ha permitido: la falta de voluntad política para abatir la impunidad. El llamado gobierno de la alternancia dijo y amagó consignar a los corruptos del pasado. Su promesa devino fiasco. ¿Seguirá este gobierno el mismo camino? Sería un agravio al pueblo. Es un bofetada tener recursos naturales como la fuerza eólica en el Istmo, pero estar a merced de organizaciones y falsos redentores sociales. Contar con un litoral cercano a los 600 km., y pescadores que viven al día, en la miseria. Y otros… “pescando” paquetes. Riqueza forestal para unos cuantos tala-montes. Vastísimos recursos minerales, en donde están asentadas comunidades miserables. Y no se explotan, porque desde curas hasta maestros; desde liderzuelos hasta gandallas, se asumen defensores de las tierras comunales.

Ni el proyecto de Zonas Económicas Especiales, ni los abortados compromisos del presidente Enrique Peña Nieto, el 2 de enero de 2015 en Salina Cruz, habrán de cuajar en tanto no se restablezca el Estado de Derecho. Oaxaca no requiere de diálogo y diálogo, como el que se ha llevado a cabo con la Sección 22; tampoco de arreglos en lo oscurito. Urge de mecanismos de fuerza. La aplicación de la ley en el sentido estricto del término no es represión; mucho menos, la sobada criminalización de la protesta social. Si el régimen de Gabino Cué fue un fracaso, fue por su falta de cojones para gobernar. Sesos y huevos –Ruiz Cortines, dixit-. Ojalá pues que el 2017 nos pinte mejor y que el gobierno de Murat Hinojosa abra mejores expectativas a este pueblo harto de promesas incumplidas.

 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Resulta que en el proceso de elecciones para el Comité Directivo Estatal del PAN se impuso Luis de Guadalupe Martínez Ramírez. Es decir, en términos llanos, ya el PRI tiene a su PAN, aunque diga lo contrario el fedatario público de Huajuapan de León. No more comments, please.

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